Está meridianamente claro que cuando llega un estreno de estas características a la cartelera, te vas a encontrar con el club de «abuelos cebolletas» al que ya perteneces para sacarle punta a cada detalle. Esta película es un testimonio de muchas partes de la historia que quizás nos perdimos por no entender bien la jerga de las letras o por haber llegado algunos capítulos del culebrón más tarde de lo que debiéramos.

Allí, en los Estados Unidos, quienes vivieron de cerca sucesos como el apaleamiento de Rodney King, quienes vieron estrenarse ‘Boyz n the Hood’ o enfadarse como folklóricas a los miembros de este grupo esta película supondrá una jugosa y entretenida manera de recordarlo. Para aquellos que con orgullo engrosamos la legión de «raperos flipaos» de los 90 ésta es una historia sin excesos, bien contada, con los graves de esta música que adoramos bien regulada y con unas interpretaciones creíbles.

El hecho de que en la producción estén Dr. Dre y Ice Cube, aparte de la visión subjetiva que aportan, es garante de calidad en todos los detalles que podrían perfectamente haber chirriado como en intentos precedentes de retrato raperil. Lo que agradecemos en este brillante guión es que no haya ningún secundario imbécil al que hagan colarse interesadamente en el elenco, sobreactuando y diciendo memeces. Están los que tienen que estar, quizás con un demasiado lenguaraz Yella, en todo momento a la sombra de Dre en labores de producción.

Se trata de una película de raperos hecha por raperos, así que no se escatima en tacos, efectismos y guiños a un exquisito background musical. Pero no se ha caído en la hipérbole a la hora de reflejar los tiros cruzados entre bandas, la guerra planteada en el barrio por el desespero de un futuro incierto. Aquí, la poética la dan los personajes, bastante bien dibujados, las situaciones que se dan, con el reflejo de que todos eran amigos hasta que la pasta se entrometía. En medio de todo ello, un blanco demasiado listo, Jerry Heller (aunque no demonizado), el gerente sabandija de Priority Records y un matón sin apenas riego cerebral como Suge Knight.

Un dato significativo es que la película sea larga (casi dos horas y media) pero no caiga ni en el tedio ni en la estética de videoclip y se haga francamente entretenida. Resulta convincente, bien caracterizada, correctamente interpretada y algo megalómana en su promoción al anunciar a N.W.A. como el grupo más grande de toda la historia. Sea como fuere, ni se te ocurra dejar de verla si eres de los que vivieron aquello entre cintas, si has oído a alguien contarlo o simplemente si te gustan los Biopics bien ejecutados. Eso sí, versión original con subtítulos (o no) siempre. Avisad@ quedas.