Vivimos en pasado y pensamos en futuro. Nuestra continua actualización textil y nuestros gustos no paran de contradecirse: moderno pero antiguo, discreto pero que llame la atención, blanco pero negro.

En los últimos años hemos ido un paso más allá. No nos conformamos con lo vintage y hemos decidido elevar el vestuario a un nivel superior. En lo que se refiere a nuestros estimados pies, decidimos eliminar cualquier suspiro de calzado convencional. Adiós a las zapatillas all- star, a las manoletinas y a las bambas. Ha sido un placer.

Hoy exigimos lo pintoresco, lo fresco, lo salvaje. Nos peleamos por fardar con las últimas Nike, Adidas, con las Creepers (foto 7) e incluso con las Buffalo (foto 4). Son éxtasis para nuestro sentido del ego. Con ellas no pasaremos desapercibidos y eso nos vuelve dependientes de su consumo frecuente. Necesitamos hacernos con todas ellas como si de pokémon se trataran. Pero si nos paramos a visualizarlas, ¿realmente creemos que en el futuro no agonizaremos del asco al verlas? Pensadlo, todas nuestras predilecciones en cuanto a calzado siguen un patrón común: son feas. Rompen los cánones del buen gusto y pueden llegar a resultar hasta ridículas.

Las más aceptables son las botas de montaña. Con las Timberland (foto 6) o Dr. Martens (foto 3) te convertirás en un masculino y rudo leñador de Oregón. A pesar de representar todo lo contrario a sofisticación, debemos reconocer su encanto y holgura para con cualquier época del año.

De las Nike nos quedamos con la edición Huarache (foto 5). La versión futurista de las ya famosas Air Force 1. Todas las caras guapas las llevan personalizadas y tu deberías hacerte con unas. Eso sí, cabe la posibilidad de que te arrepientas en un año. Su exagerada ornamentación de goma aporta un aspecto brusco a tus outfits, pero tienen un «je ne sais quoi» que a todos nos vuelve locos.

¿Kanye West tiene unas Yeezy Boost? Entonces queremos unas Yeezy Boost (foto 1). Un destino fatal e ineludible es el que nos depara con la nueva colección de Adidas (foto 2). A pesar de que su belleza sea inversamente proporcional a su fama, Adidas se montará en el dólar una vez más a nuestra costa y a la del rapero que decidió crear estas «discretas» zapatillas.

Por último, las plataformas que nos permiten andar a 3 metros bajo el cielo: las Creepers. En la escala de exageración e incomodidad comparten primer puesto. Los padres más punk las han llevado y te habrán ilustrado con sus historias de aquaplaning en los días de lluvia, con el fin de que no te las compres. Si ya las tienes probablemente tus amigos las han tachado de zapatos ortopédicos o de drag-queen. Reconoce que llevan cierta parte de razón. Atreverse con las Creepers triples o las Buffalo significa nivel experto e igual a esguince asegurado. Cuidado con los adoquines.

Sean como sean, de payaso, de leñador o de monja, somos esclavos de la moda y si mañana inventaran unas zapatillas fabricadas con pelo de oveja teñido de naranja con purpurina y corazones de esponja y Kendrick Lamar se las comprara, se agotarían en 2 minutos.