La agenda de Antonyo Marest (1987, Alicante) es complicada, sus murales a lo largo y ancho de todo el mundo y su hija ocupan la mayor parte de su tiempo, por eso fuimos a verle un sábado en su único hueco libre del día, porque nos comenta que tiene un mural pendiente de entrega. «Una locura. Iba a empezar el lunes, ayer llego y no está la parte terminada. Así que tengo dos días para hacerlo. Luego me voy a Marruecos y hasta finales de diciembre no hay fallo, no hay fin». Nos encontramos con el pintor, escultor, y diseñador en su recién inaugurado estudio y taller de Madrid, no es el primer sitio en el que trabaja en la capital. «El primer estudio que tuve aquí fue a finales de 2013 con Okuda y Rosh. Luego en 2016 pasamos un estudio más grande porque Okuda empieza a crecer muchísimo más, entonces también necesitaba un espacio más grande y a raíz de eso yo también aproveché y compartí con él. En 2018 ya me independizo y en 2019 ya empiezo a trabajar aquí yo solo», nos cuenta que tiene varios colaboradores que acuden al estudio ayudarlo, aunque «prácticamente estoy fuera de España casi siempre».

Herramientas de trabajo de Antonyo Marest | Fotografía by Patricia Lareo

Sprays | Fotografía by Patricia Lareo

Marest tuvo su primer contacto con los sprays a la edad de 12 años. «Mi abuelo tenía sprays porque ellos se dedicaban como a trabajar marcando cosas y tal. Entonces en un viaje que hago a París veo por la calle lo que son los tag y ya empiezo a decir ‘yo también quiero ponerlo’, al final te llama la atención y quieres empezar a hacerlo. Ya poco a poco, cuatro años más tarde seguía pintando, poniendo mi nombre por ahí». A los 16 el artista encuentra su pseudónimo, y comenta que en ese momento empieza «la carrera semi artística, por así llamarlo, en Alicante y alrededores». Tras estudiar bachiller de arte, Marest decide continuar sus estudios entre España, Europa y Estados Unidos. Tras su aventura por Rumanía, donde realizó su proyecto final de carrera combinado con su Erasmus decide volver a instalarse en su Alicante natal, aunque poco le dura la aventura mediterránea, ya que en el 2013 da el salto a Madrid, y aquí se establece. «A raíz de eso empiezo a conocer a uno a conocer a otro… Al final la escena del arte urbano aquí es mayor que en otras ciudades de España», y añade que «lo bueno que tiene Madrid son las conexiones que hay entre medios, agencias, todo».

Antonyo Marest en pleno proceso creativo | Fotografía by Patricia Lareo
Antonyo Marest en pleno proceso creativo | Fotografía by Patricia Lareo

Con esta trayectoria de viajes y residencias en el extranjero pudiera parecer que Antonio Martínez Estevan, verdadero nombre de Marest, está descentrado, pero todo lo contrario. El artista tiene las cosas más que claras, nos confiesa que «Antonyo Marest realmente surge en 2008, cuando estoy en Nueva York. Entonces cuando piensas que estás entre el nombre de tu AKA, para pintar grafitti, entre comillas, que se te conoce pero al final piensas ‘yo todo la vida no me voy a dedicar a pintar graffiti’. Al final estoy estudiando para ser arquitecto o diseñador, entonces necesitas un nombre que enganche», y cuenta que lo de su nombre artístico surgió del «hecho de que hubiese tanta gente en mi clase (en Nueva York) que se llamara Antonio se me ocurrió poner la NY de Nueva York (AntoNYo) y lo de Marest fue un poco porque, aunque no soy una persona muy familiar,[…] dije tengo que buscar un nombre que lleve a mi padre y mi madre que son los que me han criado y han ayudado a ser quien soy. A raíz de esas siglas me gustó esa composición de ‘Marest’ y aparte para darle un significado digamos como mas artístico al final es Mar del Este. A mí cuando me preguntan dónde has nacido yo digo que soy del Mediterráneo. Porque al final para mí el mar significa mucho porque es un sitio que da igual que tú ahora mismo tengas 5 millones en el banco y yo un euro, pero nos metemos en el mar a bañarnos y somos iguales. El mar para mí es la igualdad».

Herramientas de trabajo de Antonyo Marest | Fotografía by Patricia Lareo
Creaciones de Antonyo Marest | Fotografía by Patricia Lareo

Cuando se instala en Madrid en el año 2013, Antonyo relata que llegó «con una mano delante y otra detrás, sin trabajo y sin nada. Entonces claro, todas las mañanas me disfrazaba (por así decirlo), me ponía una camisa y tal… Claro porque yo decía, de artista no me van a dar trabajo, aquí no soy nadie». Cuenta que se hizo un curriculum, «era como una especie de videojuego, en plan cómo sería mi foto, como si fuese tu perfil… Yo era muy sincero, ponía nivel de inglés, tres estrellas, nivel de tal, cinco, entonces lo hacía un poco más interactivo. Pero a mí me decepcionaba eso, porque hice un curriculum que flipas. Que claro yo no sé si la gente lo veía y decía ‘este sabe mucho o es un flipado’”. Se pateó la ciudad con su hoja de trabajo. «Fui a la FNAC, a la Casa del Libro, a Zappa, todo tiendas así de decoración o algo que por lo menos digo ‘me puedo pagar’ algo y ninguno me llamó. Después de que todos los currículum que entregué ninguno me llamó. Entonces era como ‘tío, esto que puta mierda es'». Cuenta que a raíz de esa búsqueda,«conocí a un tío que tenía una empresa y le dije ‘oye mira, necesito trabajo y tal’, y me dijo ‘no te voy a dar trabajo’ y digo ‘por qué’, y dijo ‘te voy a pagar unos cursos para que tengas más formación y si te hace falta trabajo, prefiero antes darte dinero que trabajo porque si tu has venido aquí (Madrid) a hacer tu carrera artística tienes que pintar’. Entonces a partir de ahí empecé a hacer cosas, conocí a varios colectivos que al final trabajabas con diferentes marcas. Poco a poco pude ir pagando la renta, por así decirlo. Y a raíz de ahí ya pues empiezas un poco a trabajar y trabajar, te juntas con unos y otros».

Antonyo Marest en pleno proceso creativo | Fotografía by Patricia Lareo
Creaciones de Antonyo Marest | Fotografía by Patricia Lareo

Los contactos que hizo a partir de aquel momento le permitieron crear nexos y construir las conexiones laborales que ahora tiene. «Al final tienes que ir a tantos sitios. Te digo una anécdota graciosa que yo estuve desde 2014 a 2015, casi dos años, sin hacer la compra porque iba todo el santo día a eventos. ¡Para qué cojones iba a comprar algo! Nada más comprar café, porque por la mañana había no se qué, por la tarde no se qué…y claro al final, comer, no compraba. A lo mejor compraba cosas útiles que te hacen falta, pero lo básico. Directamente iba todos los días a eventos a cenar. Y los fines de semana conocías a alguien que te invitaba a una fiesta de no se quién que tampoco conocías, ibas, hacías networking con uno y con otro, y al final te ibas con curro, cenado, bebido…». Le preguntamos sobre la unión de las marcas con diferentes artistas urbanos, y si en sus principios esto ocurría, nos cuenta que «esto es como todo. Por eso yo aprovecho para trabajar todo lo que puedo ahora porque sé que esto es una ola. Y luego hay que seguir manteniendo esta ola, y cuando sepas que se vaya a caer saltar a otra y si por ejemplo tengo que, dentro de un año, pintar plantas pues pintaré plantas, botijos o lo que sea […] al final digamos que es una moda, una era que por una parte, nosotros podemos aprovechar porque se valora nuestro trabajo y hace que sea más conocido».

Antonyo Marest en su zona tropical | Fotografía by Patricia Lareo
Creaciones y diseños de Antonyo Marest | Fotografía by Patricia Lareo

En su primer encargo como artista, a Marest le pagaron 120 euros, aún lo recuerda. «Fue el cierre de una tienda de marihuana. Tenía 15 años». En la actualidad y con la trayectoria que se ha ido marcando, el artista ha logrado llevar su sello multicolor a diferentes partes del mundo, ha realizado desde «murales, comisiones privadas en plan interiores de casas, hoteles…», en ciudades de Norte América como «Los Ángeles, Tijuana, Texas, Orlando, Miami, Palm Beach, Nueva York, Boston, Massachusetts, y arriba Toronto, Montreal. Esto todo realmente desde el año pasado. Prácticamente son murales, exposiciones, y luego ya empiezas lo que es España, Marruecos, Portugal, en Europa he pintado en casi todas. Luego pego un salto a lo que es Asia, China, Corea y Japón y ahora este año voy a Australia». Este largo recorrido le ha llevado a trabajar con clientes como Barton, Levi’s. «Ahora vuelto a trabajar con ellos (Levi’s) para una edición especial del Mad Cool 2019». Con Absolut y marcas de diseño como Formica, Tiwel, Vans, Trendsplant, Longdays, Flamingo o Portrait entre otras. Ahora acaba de crear su propia marca con prendas de vestir, para empezar ha creado dos modelos de bañadores para chico. «En vez de crear merchandise dije, ‘yo que soy una persona que le encanta estar en la playa, el mar, el agua, la piscina, por qué no hacer mi ropa de baño personalizada’. Podía haber sido una persona como de ‘que me cueste barato que quiero ganar mucho dinero’. Se ha invertido un dinero para hacer unos bañadores que son de reciclado de botella y al final contribuye al reciclaje del planeta. Hay uno más llamativo para una persona más atrevida y luego un poco más soft como es el rosa para la gente que es atrevida pero al fin y al cabo tiene ese toque un poco más psicodélico años 80». Cuando le preguntamos que si habrá también bikinis, nos cuenta que «ya están hechos, están en camino y van a estar disponibles muy pronto».

Herramientas de trabajo de Antonyo Marest | Fotografía by Patricia Lareo
Diseños de Antonyo Marest | Fotografía by Patricia Lareo

A la hora de definir su estilo y cuándo le comentamos que podría ser difícil hacerlo, Marest no duda. «No es difícil. Ya al final cuando vas un poco empezando a trabajar las cosas creas tu propio estilo». Nos explica que el suyo es «como un cocktail… Al final mezclo tendencia de los años 80, de los años 20 como el Art Deco, luego un toque de diseño industrial». En cuanto a lo colorido de sus pinturas, nos cuenta que «cuando estuve en Miami hice un estudio del color. En South Beach parece que haya muchos colores pero realmente hay 16 colores, no hay más. Entonces se repiten pero claro las composiciones que hacen parece que haya muchísimo más. Dije ’16 son muchos, entonces me hice 8′. Se podría decir que mi estilo es tropicalismo, así es como me defino'», apunta. Sobre su manera de trabajar nos relata que «lo hago casi todo en un papel y son casi siempre desayunando. Hago así como una especie de idea y cuando vengo al estudio es cuando ya cojo y lo paso al ordenador o a raíz por ejemplo de fotografía, veo fotografía y voy quedándome con el detalle arquitectónico y lo hago en papel». Y si hay algo que siempre le acompaña es la música, trabaja con ella siempre puesta, apunta que sus gustos son muy variados. «Escucho mucho lo que es la cumbia del siglo XX como Nicola Cruz, El Buho, Matanza, gente así, o cumbias antiguas como la medio risa o luego cuando a lo mejor estoy como muy estresado me pongo un technaco (techno)».

Antonyo Marest | Fotografía by Patricia Lareo
Colección de sprays | Fotografía by Patricia Lareo

Trabajando Antonyo Marest reconoce que es «muy rayao», tiene una metodología específica, ya no trabaja de noche como antes, ahora lo hace de día. «Lo primero que tengo que tener casi siempre todo limpio antes de empezar a trabajar cualquier proyecto. Por eso ahora mismo cuando habéis llegado aquí al final no hay prácticamente nada, que parece que te acabas de mudar pero es el método para decir ‘termino, recojo, limpio, hago todo y otra vez lo lío’. Si no empiezas como la ‘libreta nueva’ al final tienes la mancha de chorizo en la primera». Cuando se pone manos a la obra dice que hace «como una especie de impresora, siempre empiezo el cuadro de arriba a abajo o primero empiezo por los colores claros hasta los oscuros. A lo mejor pinto 10 cuadros a la vez, porque primero pinto el amarillo, luego el verde, rojo…haciendo así esa escala». Y pese haberse instalado en Madrid, confiesa que su ciudad favorita para trabajar. «Siempre va a ser Nueva York la ciudad por excelencia. Para mí es la capital del mundo. Puedes encontrar lo que quieras a la hora que quieras y entonces es la ciudad que te da esa versatilidad de poder hacer todo. Para mí es una de las ciudades más importantes y la que más me mola». Aunque también nos manifiesta que como ciudades cómodas si ha de elegir «mi casa o mi estudio que lo tengo todo». Sobre ser profeta en su tierra, Antonyo lo tiene claro. «Eso sería ser una mierda en tu tierra, sería el resumen. Eso nunca ha existido y ni creo que exista», sentencia.


 

Texto: Angélica Méndez

Fotografía: Patricia Lareo