Susan Sontag dijo una vez que las limitaciones son la principal causa de la inspiración, y puede que por ello, Amber Rose lleve media vida luchando contra todas las que la vida le ha ido poniendo en el camino. Primero, dejando atrás su gris existencia como chica de suburbio para reinventarse como stripper y socialité de la frenética vida nocturna de la ciudad de Los Ángeles (California). Y después, gracias a su inteligencia para navegar en la trastienda de la industria del entretenimiento, luchar por una carrera como modelo, it girl o simplemente celebrity, que lleva casi diez años haciendo correr ríos de tinta y cotilleos, gracias también sin duda, a sus tormentosas relaciones amorosas junto a Kanye West y Wiz Khalifa.
Pero hoy, su batalla es la de quitarse el sambenito de «Chica De…» y recordarnos que como mujer primero, y personaje mediático después, Amber Rose es mucho más que la ex de dos rappers de éxito. La edición de su primer libro ‘How To Be A Bad Bitch’ (Simon & Schuster), marca el pistoletazo de salida de una nueva etapa que Amber da la impresión de iniciar con la misma confianza y suficiencia que cuando decidió abandonar su hogar familiar. «Tenía claro que había muchas cosas ahí fuera para mí que no estaban en Philadelphia, el lugar que dejé». Entre ellas, la convertirse en una celebridad, algo que según sus propias palabras, no entraba en sus planes el día que decidió lanzarse la aventura y mudarse a la Costa Oeste. «Hacerme famosa no es algo que buscase deliberadamente», nos confiesa con su flamante libro bajo el brazo; una obra de autoayuda dirigida al público femenino que ha trufado de interesantes y reveladores elementos autobiográficos. Y es que con una vida como la suya, que daría para película de Paul Verhoeven, no hay duda de tenía entre manos buen material para lanzarse al mundo editorial. «He aprendido bastante de mis errores, he pasado por muchísimas situaciones en mi vida. Pensé que escribir el libro sería una buena forma de ayudar a las mujeres, de ser positiva y abrazar lo que somos; estar orgullosas de nosotras mismas e intentar ser lo que queremos ser en la vida».
Un proceso creativo que asegura fue complejo, y del que como es lógico habla con orgullo. «He tardado un año en escribir el libro y muchas cosas han cambiado en ese año. He editado varias cosas y reescrito otras. Ha sido un proceso laborioso, quería asegurarme de que mi libro se adapta a cada tipo de mujer». Consciente de todas las dudas que a priori puede provocar su debut literario, Rose hace hincapié en la sinceridad que esconde su propuesta. «He sido lo más honesta posible, siempre diciendo exactamente lo que quería decir y cómo quería decirlo. Y por ahora, la reacción está siendo estupenda; quienes han leído el libro han quedado muy satisfechos». Por su parte, el reconocido fotógrafo David LaChapelle ha puesto la guinda con su habitual maestría, resumiendo en la fotografía que corona la portada del libro, el espíritu de lo que nos encontraremos en sus páginas. «David es mi amigo desde hace algunos años, es un artista increíble. La sesión la hicimos en Maui, Hawaii. Lo que ves no es un fondo de estudio sino que hicimos la foto en el océano, es un fondo real.»
El hip-hop está dominado por los hombres y parece que sólo puede haber una súper estrella hip-hop femenina al tiempo; es como si tuviesen que pelear entre sí por ese espacio y no me parece correcto AMBER ROSE
Casualidad o no, Amber Rose apareció en escena justo en el momento en que Kanye West comenzaba a pergeñar su transmutación de productor de hip-hop, a rey midas de la moda y del entretenimiento que es hoy. Un camino que ella vivió en primera persona y del que seguro se llevo buenas notas, el día que ambos decidieron separar sus caminos. Como aquel Kanye que se negaba a ser un simple sampleador de Soul a sueldo del rapper de moda, Rose hace tiempo que se ha negado a ser sólo una mujer florero a la sombra de su pareja de turno; su nuevo yo es el de emprendedora -con una nueva línea de gafas de sol recién salida del horno (amberroseeyewear)– y por qué no, feminista a tiempo completo.
Pero su particular reivindicación del feminismo, muy diferente en sus formas del que conocemos por estas tierras, ha suscitado todo tipo de comentarios. Mientras hay quien se ha apresurado a elevarla a los altares de una suerte de post-feminismo, otros sólo han visto en ella a otra celebrity buscando llamar la atención. Sin embargo, lleva en este juego demasiado tiempo como para comprar las opiniones de los demás. «Mi responsabilidad es ser una defensora de los derechos de la mujer. Pero no siento presión de ser un modelo a seguir para nadie; pueden escuchar lo que digo o no, no me importa demasiado. Me conformo con vivir siendo feminista, es una de mis pasiones. Me siento feliz haciéndolo.»
Uno de los frutos más polémicos que ha dado su reciente interés activista, ha sido la celebración del ‘Slut Walk’, una marcha de mujeres con un nombre y un enfoque, que ha generado polémica y no pocas confusiones. Quisimos que ella misma nos explicara la idea detrás de esta marcha. «‘Slut Walk’ ofrece una voz a las mujeres. Se trata de que no sean sumisas a los deseos de un hombre y se plieguen a cada una de sus palabras. La definición de ‘slut’ (perra) es una palabra negativa que utilizan hombres y mujeres para rebajar a una mujer que tiene confianza en su sexualidad. Por eso he intentado abrazar el término para víctimas del racismo, del abuso sexual, del doble estándar…» Una doble moral que ella mismo ha sufrido en primera persona, primero por bailar ligera de ropa sobra la tarima de un strip club, y después por la propia imagen que los medios han transmitido de ella hasta ahora. «A muchas mujeres se nos llama ‘slut’ antes siquiera de tener sexo con alguien; por tanto, ¿qué significa eso? Porque soy bonita y gusto a los hombres, muchos asumen que hago algo que no debería… Es una visión negativa que hay que convertir en positiva; lo hemos convertido en un lugar al que las mujeres pueden acudir a ser ellas mismas y compartir sus vivencias».
Resulta inevitable enlazar todo esto con sus recientes encontronazos con ciertos medios, a los que ha acusado de tratarla de manera sexista. Sin ocultar su enfado, Amber ejemplificó el distinto trato que reciben hombres y mujeres en el mundo del espectáculo. «Channing Tatum era stripper como yo y la gente se ríe de ello como si fuese un puto chiste. Él puede rodar Magic Mike y ganar un montón de pasta, todo el mundo va a reír la gracia. Pero si yo hiciese una peli riéndome de mi pasado me catalogarían como una guarra cabeza hueca. Es un doble estándar, no nos tratan de la misma manera; si estoy en una entrevista y me piden que me quite las gafas de sol, ¿qué pasa si no me apetece hacerlo? Me siento cómoda llevando mis gafas de sol, seguro que a Rick Ross no le piden que se las quite, ni a ningún otro hombre que las lleve en una entrevista.»
Mi responsabilidad es ser una defensora de los derechos de la mujer. Pero no siento presión de ser un modelo a seguir para nadie; pueden escuchar lo que digo o no, no me importa demasiado. Me conformo con vivir siendo feminista, es una de mis pasiones. Me siento feliz haciéndolo AMBER ROSE
En este punto de la conversación, es obligado preguntarle por el propio grado de responsabilidad de la industria y las propias artistas, a la hora de transmitir cierta imagen a su público. Su respuesta, aunque sincera, resulta algo más tibia de lo que podría esperarse. «No sé si las mujeres están híper sexualizadas o no. Puede que en la industria del entretenimiento, muchos de los mánagers y los equipos que trabajan tras estas mujeres las manejan para que sean de un modo determinado que quizá no coincide con la realidad. En mi caso, intento ser siempre yo misma».
Amber Rose ha visto y vivido mucho, puede que incluso demasiado, pero son justo esas experiencias las que según ella, pueden hacer útil su testimonio. «En mi libro no trato de decir que hay que seguir todo lo que he hecho en mi vida; intento que sea un documento de autoayuda, que refleje que hagas lo que hagas en la vida aún puedes conseguir tus objetivos. Quiero ser positiva y conseguir que las mujeres sean mejores.» Mientras hablamos de ser o no un modelo de conducta, no tardan en aparecer los nombres de los suyos durante su infancia y adolescencia. «Me fijaba en Madonna, en mi madre, en la modelo dominicana Omahyra Mota… Pero la verdad es que era más una fan que otra cosa. ¡Y soy muy fan de mi madre! (Risas).»
Mientras escuchamos de fondo al pequeño Sebastian -fruto de su matrimonio con Wiz Khalifa- reclamar su atención, Amber regatea con humor nuestros deseos de conocer sus preferencias en la carrera presidencial americana que se avecina. «Ya sabes mi respuesta a esa pregunta… (Risas)», aunque nos deja claro que le atrae la idea de tener una mujer al frente de su país. «Nosotras solemos poner en la balanza todas las opciones antes de cometer una estupidez. En mi opinión Hilary (Clinton) sería una excelente presidente de los Estados Unidos.»
En mi libro no trato de decir que hay que seguir todo lo que he hecho en mi vida; intento que sea un documento de autoayuda, que refleje que hagas lo que hagas en la vida aún puedes conseguir tus objetivos. Quiero ser positiva y conseguir que las mujeres sean mejores AMBER ROSE
Para concluir no puedo evitar preguntarle por uno de los pasajes que más me ha llamado la atención de su libro, en el que asegura que los hombres somos todos infieles por naturaleza. «Esa opinión se basa en lo que yo sé, en lo que he vivido yo, mis amigas y las familiares que me rodean. De hecho, el libro incluye una estadística: casi un 75% de hombres casados es infiel. Bueno, y te diría que no solo se trata de hombres casados, sino de novios y demás (…) Eso no quiere decir que nosotras no seamos infieles, pero los hombres son mayoría en ese aspecto.»