Pharrell Williams

G I R L

Columbia Records/Sony Music, 2014

R&B/Funk/Pop

Valoración: 5.0

Disponible en: Amazon | iTunes

Todo ha ido tal y como esperaban. El éxito de sus colaboraciones con Robin Thicke o Daft Punk, su paulatino regreso a los créditos de los discos hip-hop más relevantes del año, y finalmente, el éxito global de «Happy». Suponemos que el directivo discográfico que decidió relanzar la figura de Pharrell Williams en 2013 se ha cansado ya de parafrasear al gran Hannibal Smith entonando su «me encanta que los planes salgan bien».

Un proceso de rehabilitación comercial que Pharrell ha medido al detalle, y del que GIRL pretende ser una pieza definitiva. ¿El menú? Ese Retro-Pop-R&B que él mismo ayudó a fundar, y con el que llevan años torturándonos artistas como Cee-Lo Green, Bruno Mars o Robin Thicke. Una propuesta tan evidente como sonrojante, que podemos homologar con cualquier estándar destinado a la radiofórmula de amplio espectro y al consumo rápido por parte de un público neutro pero, y esto es lo más insultante, con unas supuestas pretensiones de relevancia que rozan el ridículo.

Y es que para desgracia de Pharrell Williams, no todos los oyentes tienen 18 años. Muchos de nosotros llevamos siguiendo su carrera desde finales del siglo pasado y hemos sido testigos de la ascensión y caída del sonido Neptunes. Así que, cuando nos encontramos ejercicios de autoplagio tan descarados como «It Girl» y «Hunter» o pastiches tan descoloridos como ese «Brand New» junto a Justin Timberlake, no podemos dejar de pensar que desde luego en su caso, cualquier tiempo pasado no sólo fue mejor, sino que además mucho más divertido. Un tracklist aburrido hasta el dolor, del que pueden rescatarse «Gust Of Wind», un estándar disco levemente abrillantado por la presencia de Daft Punk y unos modélicos arreglos de cuerda de Hans Zimmer, o «Gush», donde la operación de reciclaje funciona está vez sí, recuperando el aire de su mejor época con The Neptunes.

Así que, por mucho que nos vendan a Williams como punta de lanza creativa de la música negra contemporánea, la realidad es que se ha limitado a realizar un remake aburrido y descafeinado de una película que ya hemos visto demasiadas veces. Nada que objetar al reciclaje del pasado, salvo que sea el de uno mismo. Un pecado capital al que Pharrell le ha cogido ya demasiado gusto, y del que parece muy complicado rescatarle. Un disco irrelevante, de esos de los que nadie se acordará en un mes, pero que disfrutarán aquellos para quienes Pharrell es el tipo que canta con Daft Punk y Robin Thicke. Para eso ha quedado el amigo Williams.