ScHoolboy Q

OXYMORON

TDE/Interscope/Universal, 2014

Rap

Valoración: 6.0

Disponible en: Amazon | iTunes

Para cierto sector de la prensa especializada, neoyorquina principalmente, los chicos de Top Dawg son la salvaguarda de un supuesto «auténtico» hip-hop que vendrá a salvarnos de la superficialidad que nos rodea. Así que, para nuestra desgracia, el nuevo disco del angelino ScHoolboy Q llega con una desaforada e infantil expectación, capaz de irritar al más paciente monje budista. Pero, a mayores de la lógica pereza que generan este tipo de discursos, casi siempre ajenos al propio artista, lo cierto es que la música de alguien como ScHoolboy Q suele tener a priori el suficiente interés como para que le demos siempre el beneficio de la duda.

Con la producción musical en manos de habituales como el colectivo Digi + Phonics, lujosos invitados como Tyler the Creator, Pharrell o Mike Will y clásicos como Alchemist, sobre el papel Oxymoron plantea una variedad sonora evidente. Sin embargo, la idea de ScHoolboy pasa por hilar un discurso sonoro tan rocoso como coherente, en el que cada una de las piezas adapte su fórmula a un concepto musical muy concreto.

Una propuesta seca y oscura, pero terriblemente lineal, de la que se salvan temas como la radio friendly «Studio» con BJ The Chicago Kid, o la excelente «Hell Of A Night», probablemente dos de los mejores momentos del álbum. ¿El resto? Un buen montón de lugares comunes, espesor y por qué no aburrimiento, con el que parecen querer vendernos un regreso de aquel drug-rap dosmilero a lo Clipse, añadiendo unas gotas de homenaje al rap hardcore neyorquino de los 90, con apariciones de Alchemist y Raekwon incluidas. Pura rutina, de la que nos sacará la deliciosa aportación de Sugafree en «Grooveline Pt. 2» , en el que se recupera de manera sorprendente a uno de los más infravalorados clásicos del rap de Los Ángeles.

Así que, aunque es comprensible la excitación que ha generado entre los aficionados a cierta manera de entender el género, y sintiéndolo mucho por sus irreductibles fans, lo que va siendo hora de asumir es que este joven californiano no está precisamente inventando la pólvora, y que simplemente ha completado un disco de rap. Meritorio sin duda, pero un álbum más de los muchos que escucharemos este año. Que no te cuenten películas. No hay más lana que cortar.