Hay quien se apresura a acusar de «traidores» a aquellos que renuncian a seguir luchando en su tierra y deciden probar suerte fuera de nuestras fronteras. También hay quien quiere hacer creer que ese viaje es fruto del espíritu aventurero y no de la frustración y la necesidad de supervivencia. Quizás desde dentro la perspectiva es completamente antagónica y más cruda, y es que es el talento de músicos, médicos, profesores… el que está siendo traicionado.

Emeterians, actualmente emigrados a Londres, son una de las mejores bandas que ha dado la música negra nacional, más concretamente el circuito reggae. Y aún así, habiendo demostrado sobradamente su calidad, se han visto obligados a buscar reconocimiento (en forma de trabajo) fuera de un país cada vez más sordo y más ciego.

Dicho esto, hay que celebrar que Emeterians vuelvan a territorio comanche a pasear su roots. El trío vocal, acompañado de la consolidadísima formación que sostiene proyectos como Gregtown, Big Family… citó a sus fieles en la Sala Penélope de Madrid. Para calentar motores, la mítica banda tinerfeña Pachumba (agradecemos mucho su visita) abrió el espectáculo con su mezcla anglohispana de roots y dub que gustó, y mucho, a quienes no habían tenido la oportunidad de conocerles previamente. En las islas se mueve buen reggae y nos han traído la semilla.

Con un aforo que fue creciendo a medida que discurría la noche, la sección instrumental de Emeterians saltó al escenario enchufada, ejecutando un medley con algunos de los riddims más carismáticos de los emeterios. Hecha la presentación, Piña, Mary y Fel se plantaron sobre las tablas para desarrollar una hora y media de espectáculo durante el que interpretaron, fundamentalmente, temas pertenecientes a sus dos últimos álbumes. El trabajo y la experiencia se hacen valer cuando te das cuenta de que, como público, bailas y tarareas lo que sabes o inventas sin apenas descanso. De ese espectáculo compacto destacaron la dulzura con que ejecutaron muchas de las armonías, la intervención de Ripol (teclista) desatando su voz souleada, la colaboración con los invitados Pachumba… Muchos buenos momentos consumados en el emotivo «Life Is Not Easy» cantado por Mary, a quien faltó una pizca de volumen para envolver definitivamente la energía presente.

Todo esto es posible si el caldo de cultivo lo permite, y para eso hay una banda cuyo valor es indiscutible, se vea como conjunto o como suma de elementos con un peso propio fuera de toda duda.

Nada que ver (o todo), pero justo hoy, un joven español, premiado como mejor físico europeo, ha visto como se le negaba un contrato de trabajo en España tras la negativa del ministerio. Ciegos, sordos.