Si buscamos un adjetivo que describa el estado de la Sala Clamores la noche del miércoles, ese es sin dudarlo el de abarrotado. Abarrotado por doquier, ni una mesa libre, ni un espacio en el pasillo, más de un duelo de cabezas entre las grandes columnas… Y todo por Gregory Porter, el culpable se subía al estrado por segunda vez esta semana, y llenó la sala.

Inició este hidalgo negro su andadura en la noche entonando «1960 What?», el himno por excelencia de su primer disco Water (2010), con él logró que Madrid se transformara en segundos en un pequeño Detroit en llamas. Con la humildad que se le atribuye, presentó a su banda, un cuarteto excepcional, al piano Chip Crawford, al bajo Aaron James, en la batería Emmanuel Harrold y en el saxo alto Yosuke Sato, éste último un fenómeno con pulmones de acero que despuntó en la mayoría de sus solos.

Con «In My Way To Harlem» nos dio por bienvenidos al show, puras alabanzas a Ellintong, a Marvin y a las poesías del gran Hughes, que si levantaran la cabeza, por seguro lo recibirían con honores. En el mismísimo día de su cumpleaños, Gregory, que se quedó sin librar, afinó a capela su cover de «Work Song» de Oscar Brown Jr. Hete aquí la voz atronadora de un «currele» que no necesita ni micrófono para acaparar todo un espacio, que en hora y media convirtió en diáfano, demostrando así, por qué es el jazz man del momento. Final del primer tiempo, la ejecución, perfecta; la interpretación, magnífica; y la empatía con los citados al evento más que maravillosa.

En la segunda parte, todo bueno y mejor, aprovechó para presentar gran parte de su nuevo trabajo Liquid Spirit (Blue Note, 2013) Con la canción que lleva por nombre el disco, puso a todos a trabajar la musculatura a ritmo de palmas. Y tras esto, una conclusión global, escuchar a Gregory Porter cantar «Hey Laura” y «Musical Genocide» en Clamores es lo mismo que darle al play del reproductor de casa, se hizo un silencio atento, un placer. Sorprendió con su interpretación en perfecto español de «Quizás, Quizás, Quizás», permitiéndose alguno  que otro un buen bailecito. Así puso un magistral punto y final a su actuación con la balada «The Way You Want To Live».

Entre una cosa y otra, la velada se hizo corta. Así es el tipo del gorro negro enjuto hasta las cejas, así es Gregory Porter, un cantante que conecta a la perfección con su público, que mantiene a todos contentos hasta el «final of the show» y que por lo que se ve, no pierde sus dotes de actor ni la sonrisa al subirse a un escenario, todo un cumplido para los allí presentes.