Un domingo cualquiera, uno de esos en los que las siestas son de campeonato, nos acercamos a la Sala Arena (antigua Heineken). Soy de lo pocos que llega pronto, a la hora de apertura hay unas 25 personas en la puerta y cuando el aforo anda por el 10% salen Macklau y Tony Calamonte. Pese al público, prácticamente congelado, traen la energía para conseguir el calor que poco a poco se fueron ganando.
Tras un breve parón hace acto de presencia el burgalés Victor Rutty, de quien se esperaba algo mejor al ofrecer algo más allá de The Louk, el grupo por el que se le conoce, pero al contrario que Macklau, Victor se paseó por el escenario de un lado a otro como si del pasillo de su casa se tratara. Se le olvidaron las palabras emocionar y espectáculo, sin duda el peor de la noche.
Durante la pausa se agolpa mucha más gente para ver a Elio Toffana y Guante Blanco. Ofrecen un buen show, con canciones muy bien interpretadas con gestos enérgicos e incluso agresivos. Lo malo, que el público no estaba muy entregado y cuando pedían las manos arriba se podían contar con los dedos de las manos las que subían al cielo. Pese a todo fueron dos «jugones» con clase que supieron cómo hacer que se les prestara atención aunque «casi» nadie es profeta en su tierra.
Después de otra pausa corta entran Funkdoobiest, desde Los Ángeles trayendo buen sabor latino. Son Doobie amenizó los primeros tracks hasta que llegó Tomahawk Funk, quien trajo el hardcore que el público echaba de menos. DJ Brett B. (ya no está Ralph M) hizo con su micro que todos saltaran al escuchar algunos de los clásicos que nos trajo, como ritmos de Public Enemy. Un buen show y el público saltando.
Y por fin llega el master show, lo que todos esperaban. Masta Ace se hace de rogar pero llega con un show que amortizó el precio de las entradas por completo, ¿su energía? Increíble, eléctrica y apasionante durante la más de hora y media de espectáculo sin acusar cansancio alguno. Uno de esos conciertos en los que uno se sentía Hip-Hop en esencia. Saltó, rapeó entre el público hasta llegar a una barandilla a la que se subió y nos deleitó con algunos de sus éxitos, también interactuando con los de primera línea. En un breve descanso Marco Polo nos dejó presente su talento hasta que bajó con Strickland, un rapero que congeniaba a la perfección con Masta Ace.
El momento de la noche fue sin duda tras una acapella que nos estremeció a todos llegó «Good Ol’ Love» y ese fue uno de esos momentos en los que, seguro que más de uno, tuvimos que apretar los dientes para que no saliera la lágrima y eso no sucede prácticamente nunca.