Los domingos tristes pueden iluminarse a golpe de sonrisas mágicas y sinceras…damos fe. Julio caluroso en Madrid, llega Jill Scott al Price y lo hace de puntillas, sin grandes campañas de promoción ni con una gran afluencia de público, pero con un despliegue certero: 3 coristas llamados The Pipes (grandes voces y conjunción en sus bailes), 2 vientos, 1 guitarra, un bajo, un teclado y un baterista descomunal que creó esa atmósfera musical inculcada desde sus primeras referencias por la de Philly. Una banda en la que todos conjuntados en música y atuendo acompañaron a una pantera sonriente embutida con clase en un conjunto de tonalidades naranjas…pura Vitamina Jill.
El público «se lo puso fácil», porque antes de entonar la primera frase ya estaba alborozado de disfrutarla en un recinto tan cercano a lo íntimo, no por el aforo del Price, sino porque esa cercanía la demostraría en cualquier escenario.
No dejó pasar mucho tiempo hasta deleitarnos con su poetry, habilidad que suscitó antaño todo lo que vino después; una poesía que caminaba entre lo espiritual (sin memeces) y lo satírico y elegante. Porque si Sabina habla de canallas de forma reiterativa (y vive de ello), Jill habla de que las pelotas puedan olerte a melocotón gracias a un producto patrocinado por Julio Iglesias…»genia» y figura.
Desplegó el arsenal de grandes canciones presentes en su relativamente corta discografía y lo hizo con gran dominio de la situación y con una actitud propia de la que se sabe bendecida con un don. Y no sólo hablamos del don de cantar, sino del de iluminar nuestro sendero con notas irrepetibles e inspiradas. No exageramos, coqueteó con el Rock, con el Neo-soul más ortodoxo, con la ópera (increíble) y humedeció sus mejillas entonando en castellano. Se «calzó» una peluca, saboreó pausadamente una infusión, brindó con los presentes, vaciló sanamente a los integrantes de la banda y se dejó agasajar con el «Feenin'» de Jodeci por obra y gracia de un trío que le acompañaba en las voces…sencillamente irresistible.
Las tonalidades Jazz se entremezclaron sabiamente con los aromas Hip-Hop y convirtieron las epidermis de los asistentes en modo gallina con tal naturalidad que hizo que la gente no quisiera que aquello terminara jamás. Temas como «So In Love», «Is It The Way You Love Me» nos maravillaron y recordaron aquella conjunción de talento que se dio a principios del 2000 en la «Ciudad del amor fraternal» tres décadas después del «Sonido Philadelphia». Pero más nos llegó que esta luminosa mujer se bajara inmediatamente a saludar a la gente al terminar el show, que le cantara el Feliz Cumpleaños a un miembro de su crew o que no se cambiara ni una sola vez de vestuario…ni falta que le hizo.