¿Cómo describir un concierto como éste sin limitarse a conceptos como «bueno» o «malo»? Keziah Jones es un enorme músico (compositor, vocalista y guitarrista, como mínimo) cuyo valor es hiperreconocido en países como Francia, donde el circuito no puramente comercial está mucho más nutrido y apoyado que el nuestro. Esto se traduce en que la Sala But, que acogía uno de los conciertos del «I Ciclo Madrid Inquieta», acogió a una audiencia considerable, pero menos numerosa de lo que la noche merecía.
El artista nacido en Nigeria nos visitó después de mucho tiempo y muchos de los presentes llevaban tiempo esperando tener su primer contacto en directo, con el componente sexual que eso conlleva. La figura de Keziah, a veces inquietante tras las gafas de sol de quita y pon, o embutido en un galáctico traje marcando fibra, es tan poliédrica que lo más cercano a describirlo es punk.
El power trío con el que desarrolló casi el espectáculo completo, salvando algún tema interpretado por la desnudez de su guitarra y falsete, hizo confluir bajo un manto de psicodelia Hendrixiana un conglomerado de funk, rock y afrobeat potentísimo.
El concierto discurrió con cierta holgura, alternando pasajes de tensión sostenida por la faceta más funk-rockera del trío, con interludios algo desconcertantes y aún así atractivos: discursos cool (porque él lo es), cambios de vestuario, falta del mismo, homenajes cannabicos… Lo que siempre estuvo muy presente fue el magnetismo de un groove salvaje y la personal voz de Mr. Jones, cuyo mayor valor es el de ser único, por encima del bien y del mal, del que venimos huyendo.
Su inconfundible sonido fruto del slap sonó en temas como «Rhythm Is Love», «Afronewave», «Simply Beautiful» o «Kpafuca», completando hora y media de espectáculo, como decimos, único. Tal y como estamos, esto no es aire, es viento fresco… y ¡qué gusto da!.