Frank Ocean
BLONDE
Boys Don’t Cry, 2016
RnB Alternativo/Pop
Valoración: 9.0
Disponible en: iTunes
Vaya si el de Nueva Orleans superó el hype. Y no sólo eso, sino que más allá de lo mediático que han sido estos últimos cuatro años sin su exquisita genialidad, especialmente los meses previos a la salida del otrora Boys Don’t Cry y ahora Blonde, Ocean cambió, de nuevo y sin esperarlo, todo el tablero, creó un juego nuevo, y fabricó las reglas a su extravagante e inconstante molde. Porque esto ha dejado de ser RnB, o pop, o rap, o soul, o electrónica… es todo, y es nada; no hay formas y las hay también en exageración; carece de ritmos pero explota en guiños y detalles; porque está falto de estructuras pero detona en una proporcionada experimentación que, pese a la imponente lista de colaboraciones, productores y manos entrometidas, es al final, Frank Ocean y su voz. No contra el mundo, contra él.
Si bien tuvo a regenerar una profunda esencia de la música negra a inicios de esta década con una distinguida mixtape NostalgiaULTRA y un aún mejor álbum debut Channel Orange, el ex Odd Future ha optado por resistir en un espacio configurado por una narrativa más bien simplista, con una nimia pero medida ración de percusiones y bases realizadas en teclados, guitarras o un reducido toque de sintetizadores. Los procesos vocales y las letras son protagonistas en un álbum que, contrario al aparente aturdimiento que implicaría escuchar casi veinte temas en una actual era de usar y desechar, transmiten intriga y son tan reveladoras como la no fórmula que todo este LP condensa.
Y es tan cierto como que sólo una cuarta parte del tracklist podría ser tan ‘convencional’ como el antecesor de «Pink + White» con ese elegante teclado y Beyonce haciendo de backing en los coros. «Nikes» como el primer y más digerible single ayudado de recursos que Frank ya ha usado anteriormente. «Ivy» y «Solo» como las baladas más pop de la placa también hacen lo suyo para darle entrada a toda la entidad. Pero lo valioso no se encuentra en buscar la continuación de lo que fue, sino en el quiebre, y sin extremar, cada pieza lo tiene. Aquí no hay partidas de verso-coro. Y no es necesario.
Detrás de este lanzamiento de doble carátula están ya los episodios más upbeat y con mayor brillo de Ocean, el color naranja de su pasado álbum es imperceptible ahora y un avatar de sadboy del RnB ha terminado por instalarse en su carrera con composiciones que, siempre acompañadas de arreglos desgarradores de sintetizadores altos, distorsiones de guitarra o efectos de voz, cimientan al de Louisiana como una de las figuras más sugestivas en el mundo del pop y de la música actual.
Pocos son los momentos que se desfasan del argumento sonoro general del disco, y la fascinación de Ocean por el uso de interludios se extiende desde sus pasados trabajos a su más reciente producción: «Facebook Story» y su lamentable desenlace amoroso por culpa de la tecnología; la perfecta reversión a Stevie Wonder en «Close To You» en una renovada pieza de corta duración; la despedida del largo en «Futura Free» con distintos extractos de entrevistas y conversaciones, entre ellas, la de su hermano menor.
El resultado ha estallado en un íntimo trayecto que desdibuja, para luego componer como un icono, a un Ocean descarado, ya sea por su abandono y retirada del género que lo ungió como uno de los grandes, o por su singular –y agradecida- desfachatez en hacer un álbum tan excitante como reflexivo, que inquieta y conmueve. Que eleva.