Maxwell
blackSUMMERS’night
Columbia Records/Sony Music, 2016
R&B/Neo-Soul
Valoración: 8.5
Disponible en: Amazon | iTunes
Siete años de silencio y Maxwell vuelve a hacerlo pero dejándolo donde lo había dejado. Dice que quiere hacer una trilogía con el nombre de BlackSUMMERS’night cambiando el orden de las mayúsculas. Cosas que se pueden achacar a su procedencia ‘neosoulera’ y aquellas concesiones a la intelectualidad algo pretenciosas de sus coetáneos o simplemente a que sea lo que le ha dado la real gana. Dentro de esta caja de bombones, este ya cuarentón invita a hacer niños con su música mostrando as usual su querencia por todas esas cadencias inimitables y esa melodía que lleva incrustada desde siempre en su arte. Esta vez no abusa del falsetto, no convierte el disco en un concepto cerrado y al mismo tiempo lleno de aristas como ha ocurrido en discos precedentes. En esta ocasión, su apuesta es un catálogo de formas de llegarte bien dentro: más clásicas, más soul, más electrónicas, más ‘bailongas’ (aunque sin histrionismos), pero siempre dejando su perfume en las sábanas.
«Lake By The Oocean» es ese tipo de canción que dejas sonando en la habitación para que esa amante se entretenga mientras te afeitas, so pena de excitarse con la elegancia innata de este espléndido cantante que no juega a tatuarse o ciclarse para llamar (más) la atención. Este madurito ya te tuvo hace dos décadas en el bolsillo y en el tímpano y ahora se ha convertido en ese mulato intergeneracional que canta acariciando.
Su introspección es amable, no transita por esos bizarrismos a los que son aficionados otros, es decir, demuestra que puedes ser original sin necesidad de ser raro. Quizás «Hostage» sea su guiño intencionado o no a los nuevos sonidos que están copando hoy por hoy el RnB… y ni muchos menos desentona. Su madurez le ha sentado de una manera tan genial como esos trajes de superclase que se gasta.
«1990x» destila esos aromas de deseo, esa seducción innata de un cantante que no necesita sacar disco por año tampoco para reclamar su puesto en la Academia de esta música, si es que llegase algún día a existir. Sus guiños musicales te susurran vagos recuerdos de Marvin, de Luther, de Freddie y de tantos otros, pero con esa rotunda personalidad que se erige como su mayor atributo.
La parte musical está tan cuidada que los auriculares te transportarán a donde te dé la gana, tomando vino blanco, limpiándote la puntera de los zapatos y arqueando las cejas porque no sabes si esa muchacha volverá. Maxwell es así: o lo hace bien… o se queda en casa.
Además, el tío llega en el momento justo, cuando se iba a crear por enésima vez esa cesura entre los newcomers y los clásicos recientes. Pues antes de que vayan preparando el entierro, decirles que Maxwell está vivito… y cantando bonito. Disco para hacer que no te olvide jamás aquella mujer que tiene que partir a su tierra natal. Pónselo estratégicamente en la guantera de su coche con un pañuelo de seda si no es original o no encuentras una caja. Eso sí, que sea un CD…como en los 90.