Es curioso aterrizar en un lugar como el Jazz Café, con tanta solera, y que impere el ambientazo más allá de la comodidad o de una geometría propicia a ver un show en condiciones óptimas. Aunque esto, dirían los asiduos, que es parte de su encanto. Sea como fuere, se fueron sucediendo diferentes actuaciones de artistas locales, unos más agraciados artísticamente que otros, hasta llegar a la guinda del pastel, verdadero motivo de nuestra visita: Bridget Kelly.
Con la vitola de ser la corista durante años y multitudinarias giras del todopoderoso Jay Z, y con la garantía que supone pertenecer a la familia de Roc Nation, se presentó ante un público que parecía disfrutar más del ambiente descrito, independientemente de quien actuase. Una sensación que se refrendó una vez iniciado el show, cuando la propia Bridget no quiso opacar sus orígenes entonando «Empire State of Mind».
Su voz…correcta, el sonido… mejorable, el acompañamiento… trufado de instrumentales con tonalidades Hip-Hop y con una contundencia que hizo que el público se viniese arriba a pesar de no contar con la, en un principio, prometida banda de acompañamiento.
Sea como fuere, el amor, la pasión y el desengaño en unas líricas bien construidas fueron los argumentos presentados por la neoyorquina ante un público bregado en mil conciertos.
Uno de los inconvenientes del repertorio de Bridget es que, salvo «Special Delivery» o «Street Dreamin'» el resto de canciones eran desconocidas por lo inéditas. Esperemos que sea, por fin, este 2014 el año de su opera prima.
40 minutos de un show que tampoco nos dejó boquiabiertos, pero que supo salvar con solvencia y dotes vocales innegables. Ya sea con bases de texturas «noventeras», o más apocalípticas «a lo Kanye».
Bridget clama por la vuelta de ese R&B que siempre (hasta hace bien poco) ha inundado de seda los charts y salas como ésta: el Jazz Café, en pleno corazón de Candem Town.