Terra es el título del nuevo disco de Cosmosoul, que fue presentado en la Sala Galileo de Madrid, ciudad de residencia de esta multicultural banda. A sala llena, con la mitad del espacio despejado de asientos para dejar fluir la energía en forma de baile y contorsión, Cosmosoul saltaron a la arena entre discretos detalles escénicos que evocaban la raíz étnica de su nuevo disco.
Vimos sobre el escenario una banda muy seria y con síntomas de madurez desde antes de comenzar a tocar. Para no dejar lugar a duda, el show entró fuerte con dos temas del anterior disco Sunrise, vertiendo funk con actitud rockera. Nos llamó positivamente la atención la sección de coros, con Astrid Jones y Awinnie, y la percusión, con más presencia en el nuevo disco, como vehículo en esa vuelta a la tierra ya citada. Fueron necesarios algunos temas para que el sonido se asentara, pero una vez todo encajó, la sala sonó como en sus mejores noches, y eso es trabajo de técnicos, pero también de una banda que lleva mucha carretera en la maleta.
Del show, que duró (y no por ello se hizo largo) más de dos horas, sobresalieron multitud de momentos. Algunos de ellos vinieron en forma de versiones muy acertadas, por elección y re-interpretación: The Beatles, Marley o Michael Jackson sonaron salpicando un repertorio que alternó proyección e introspección. Quizás cuando más se disfruta de Cosmosoul es en los medios tiempos, donde luce con más brillo y espacio la calidez vocal de su solista. Y aún así, su versatilidad es por lo que han crecido tanto desde Sunrise, ganado en contundencia y conexión con el público. Confianza.
Lo cosmopolita se sostiene sobre una formación que aglutina nacionalidades (Nigeria, Italia, Guinea Bissau, España, Argentina…), pero la faceta soul, aún estando muy presente, ha cedido espacio a otros colores musicales que son muy bienvenidos por cómo enriquecen el repertorio de Cosmosoul. La verdad es que son buenas noticias y así pareció entenderlo el público, que disfrutó in crescendo, en consonancia con el show. A mitad del mismo, con Abel Calzetta a la guitarra acústica, y acompañamientos percusivos varios, interpretaron un peculiar «So Special» para, paulatinamente, recuperar la electricidad instrumental y regalar otro manojo de canciones cada vez más entregadas a la energía que al control.
Y así, con la colaboración del coro de Gospel Factory en «System, Give the World a Break», o el baile de uno de ellos en «Loni Iturno» que hizo las delicias de muchas (y unos cuantos) de los presentes, fue llegando al final un gran concierto. Un cuento muy bien contado que apetece volver a escuchar, porque siempre habrá nuevos recovecos en la historia.