El pasado sábado (28 Dic.) tuvo lugar en Madrid uno de los conciertos más disfrutables del año. Fuel Fandango volvían a la capital, a la misma sala que en 2012 y lo hacían para presentar su segundo disco, Trece Lunas (Warner, 2013). Se trataba del último concierto del año y en la taquilla se podía leer el cartel de «no hay entradas». El público que aguardaba tranquilamente en la pista era mayoritariamente treintañero y estalló en euforia en cuanto el grupo hizo su aparición en el escenario. Mientras se calentaba el ambiente, recordaba la última vez que los vi en directo. Fue en el «Festival BBK» de Bilbao y una tormenta fortuita hizo que fuera la actuación más vista del festival, ya que era bajo techo. Pero los primeros acordes empezaron a sonar y los vítores me trajeron de vuelta al corazón de Madrid.

Con un vestido rojo despampanante (que ya quisieran muchas «Mileys») Nita comenzó entonando las primeras estrofas de «Tell Me» mientras el auditorio se venía arriba tarareando la letra. A pesar de que el sonido era desigual a lo largo de la sala, decir que hacía mucho, muchísimo tiempo que no veía a un público tan entregado desde el minuto uno y a la cantante recibir este calor del respetable y agradecerlo derrochando energía y talento sobre el escenario. Es increíble la sensualidad con la que se desenvolvía la cordobesa, tanto por su vestimenta de Gilda gitana como por sus floreos de manos y dedos.

Uno de sus temas mejor recibidos fue «New Life», se notaba que la gente tenía ganas de fiesta y comenzó a gritar la letra incluso por encima del sonido de la sala. Entre tanto alboroto se podía apreciar el quejío de Nita y sus saltos de un lado a otro del escenario. Para acabar cediéndonos el micro y así sentirnos totalmente partícipes del espectáculo.

Tampoco se olvidaron de los aclamados éxitos de su disco homónimo, como «The Engine», «Shiny Soul» o «Uh Uh» para continuar agradeciendo el trabajo de todos los técnicos que los están acompañando durante esta gira invernal 2013-14. Esta mezcla de humildad y cercanía eleva a este grupo a la categoría de los grandes, ya que consiguen transmitir un «buen rollo» bastante sincero.

Y llegamos a la traca final con temazos como «Read My Lips», o una versión extendida y electrónica de «Nature» en la que Nita, loca de éxtasis musical,  acabó tocando la batería. En este punto La Riviera pasó a parecerse más a una rave que a una sala de conciertos.

Fuel Fandango se despidió con «Always Searching», manteniendo el ambiente festivo a base confeti y abanicos. Justo en este momento, los componentes se fundieron en un abrazo y comenzaron a saludar, a pesar de que todos pedíamos otra canción mientras nuestras esperanzas se iban diluyendo. Las luces encendidas vaticinaban el final y poco a poco todos abandonamos la sala sintiéndonos afortunados por haber asistido al mejor «último concierto del año».