Lenny llegó con la lección aprendida de no salirse del guión e interpretar el concierto de siempre, el que repasa los muchos éxitos que atesora en su discografía. Con las pintas de siempre de rockero ya semi madurito y la banda que nunca le falla (aún con la baja de aquella legendaria baterista de super afro) Kravitz desgranó esos grandes himnos que le han hecho una superestrella.
Al margen de los alrededores superexplotados por las grandes firmas que sustentan este Festival, hay que decir que el sonido fue impecable, digno de una cita de esta magnitud. Lenny ha pasado por gran cantidad de arenas en un Madrid que siempre le recibe de una manera hospitalaria, No hay que olvidarse de que la gente pagó casi 70 euros del ala para quizás sólo ver a este gran artista.
Lenny puede haber acusado la tendencia acomodaticia de caer en el rock más fácil por momentos, pero es un mago a la hora de confeccionar el Set List, con momentos tan apotéosicos como el de «Why Are We Runnin'», por no hablar del siempre necesario «Are U Gonna Go My Way». Aunque también hubo momentos para el intimismo (relativo) de temas como «Believe» o «Fields Of Joy».
El formato festival demostró cierto distanciamiento entre el artista y los congregados, que sabían de inglés lo que yo de finés. En cualquier caso, logró hacerles saltar y vibrar, aunque con dificultades para encontrar quien coreara su semi-desconocida «Let Love Rule» para cerrar su recital.
Pero el estricto horario de actuaciones hizo que Lenny se ciñera al guión establecido, sin patalear ante la escasa hora y algo que le dieron en el timing, sin esperar siquiera a que se jalearan los bises.
Así pues, concierto dentro de lo esperable, vibrante, adrenalínico, pero no histórico, tampoco seamos hiperbólicos. ¡¡Hasta la próxima, Lenny!!