Ni uno, ni dos, ni tres sino quince, quince músicos excepcionales desfilaron por el escenario del Circo Price el pasado sábado. A la cabeza de tan avezado grupo estaba «el mago del Jazz», el gran trompetista Wynton Marsalis… Con nombres así en cartel no es de extrañar el éxito de los «Veranos de la Villa». El prodigio de New Orleans se trajo a su mentada Big Band, la Jazz At Lincoln Center Orchestra. Salieron correctamente uniformados, pero no con cualquier traje, ¡no señor! Como de costumbre iban ataviados de Brooks Brothers, remarcando hasta en el vestir la insondable tradición del jazz que predica Marsalis.
Tras el desfile, sorpresa quizá para los que esperaran ver a un Wynton en primera línea de acción, protagonista, pero no, allí estaba, atrás en la última fila y en riguroso orden junto a sus compañeros trompetistas, Sean Jones, Ryan Kisor, y Marcus Printup, uno más. Acomodado tras los trombonistas y los saxofonistas, rodeado por el batería Ali Jackson y el bajista Carlos Henriquez, avistado desde lejos por el pianista Dan Nimmer. Agradeciendo el caluroso recibimiento, Marsalis cedió el micrófono durante el espectáculo a Henriquez, quien en perfecto español con deje cubano, se presentó como el traductor, logrando las carcajadas de la multitud.
Entraron con «Swing House» del legendario Gerry Mulligan, prometiendo un paseo por la historia del jazz clásico para celebrar el veinticinco aniversario de la banda. No sin introducir en el repertorio piezas propias como «The Creation» compuesta por Chris Crenshaw trombonista de la banda, en esta sección una criatura que engancha con su trémula historia desde las primeras notas del piano.
Figuras memorables como Duke Ellington, Thelonious Monk o Kenny Dorham serpentearon el Price con el aire cautivador de la regeneración de algunas de sus composiciones. Siempre fieles al jazz acústico, lejano a las vanguardias, pero con impronta de actualidad, no olvidaron a artistas como Tito Puentes o Tito Rodríguez con la sección «Calle de Oro» que agito para bien al graderío. «Insatiable Hunger» creación de Sherman Irby, saxofonista de JLCO encandiló. Y entretanto, los quince tienen al público apresado en el bolsillo desde hace rato con cada improvisación.
¿Y Wynton? Se preguntarán… Wynton Marsalis como el genio que es se destapa poco a poco para explotar bien entrado el concierto con «Knozz Moe King» y «The Magic Hour». No quiere protagonismo, ¡se nota! Tanto es así que únicamente se pronuncia su nombre dos veces en hora y media, y tanto es así que al escucharlo a algún desesperado se le escapa entre dientes un «ya era hora».
En una palabra: encomiables. Wynton Marsalis y los suyos transportaron al público a su terruño, hicieron latir el espíritu de la tradición jazzistica. El virtuosismo acabó por un rato con el calor de la capital, y el magnífico sonido e iluminación del Circo Price hicieron el resto.