Para decirle adiós en condiciones a Aretha Franklin haría falta más de 18 premios Grammy, más de un premio Kennedy, más de un doctorado en música de la prestigiosa Berkley College of Music, más de una medalla a la Libertad, o ser más de una vez la primera mujer en entrar al Rock, and Roll Hall of Fame, entre otros tantos galardones de los que ganó. Para demostrarle a la ‘Reina del Soul’ que la echaremos de menos nos haría falta reproducir más de un millón de veces todos sus éxitos, y aún así, no podríamos darle el número de gracias suficientes por olvidarse a propósito aquí en la tierra su maravillosa voz.
Tras años librando su batalla contra un cáncer de páncreas, Aretha nos dijo adiós definitivamente a los 76 años el pasado 16 de agosto. Un año antes, en febrero de 2017, también se despedía de su público anunciando su retirada definitiva de los escenarios con 56 años de carrera a sus espaldas, como último regalo editó el que fuera su último álbum The Brand New Me: Aretha Franklin (with The Royal Philharmonic Orchestra) (2017, Rhino Entertainment Company).
En su largo camino de éxito, Aretha nos agasajó con el mejor sermón de la historia a Matt Murphy, ¿se acuerdan de aquella reprimenda que le dio al guitarrista en la película The Blues Brothers al ritmo de “Think”? Aprendimos a deletrear R-E-S-P-E-C-T con letras mayúsculas, las féminas se sintieron en lo más alto con “(You Make Me Feel Like) A Natural Woman” y hasta hizo llorar como un niño a Barack Obama, todo un presidente de los Estados Unidos.
Tras su marcha, lo más loable sería cantarle un poco de “I Say a Little Prayer”, porque Aretha era creyente, hija del predicador Franklin y de la cantante de gospel Bernie Siggers, y decirle bajito que “forever and ever you’ll stay in my heart and I will love you…”. Aquellos que lo sepan entonar que entonen, lo más probable es que ninguno lleguemos a sus famosas cuatro octavas de voz y que no nos responda rápidamente la oración, sin embargo, ahí queda la esperanza.