DÍA 3 (25/07/14)
Chick Corea lleva alrededor de nueve visitas al Jazzaldia, Stanley Clarke cuatro. Si siguen ofreciendo conciertos como el que ofrecieron en esta edición pueden repetir cuantas veces quieran. A pesar de un desbarajuste con las entradas que obligó a retrasar el inicio del concierto y un problema con el piano que obligó a hacer una pequeña pausa, la sensación que dejó la actuación de estos dos grandes músicos fue magnífica. Rebosando complicidad y sin necesidad de ganar protagonismo frente al compañero de escenario, Corea al piano y Clarke al contrabajo regalaron una revisión de viejos temas propios y versiones de canciones ajenas, siempre con personalidad y estilo propio.
Comenzaron con «Sometime Ago/La Fiesta» de su anterior proyecto Return To Forever y fueron repartiéndose el protagonismo, entre sinceras loas mutuas y múltiples gestos de complicidad. Sonaron «After The Cosmic Rain» y «No Mistery», también de Retun To Forever y una deliciosa versión del «Waltz for Debbie» de Bill Evans, versionando infinidad de veces pero al que todavía se le pueden dar nuevos matices como demostraron Corea y Clarke.
En la segunda parte del concierto cada uno nos regaló un tema propio con el que lucirse. Clarke con la canción de «Sofía», demostrando que cada vez está más capacitado para el lirismo y que hay que dejar de pensar en él sólo como un gran bajista eléctrico. El turno de Corea fue para «The Yellow Nimbus», dedicada a su gran amigo Paco de Lucía.
En los bises, la sorpresa, Bobby McFerrin subió al escenario para acompañar a los dos músicos en su interpretación del «Concierto de Aranjuez». Preludio para lo que nos esperaba un par de horas más tarde en La Trini: Nicholas Payton y su revisión de Sketches of Spain, de Miles Davis. Obra en la que, como es sabido, suena un fragmento del famoso concierto de Joaquim Rodrigo.
El disco de Payton es personal y valiente, porque hay que tener valor para reinterpretar una obra de un tótem sagrado para muchos aficionados al Jazz. Grabado con orquesta por momentos se acerca más a la clásica que al jazz, y los momentos jazzísticos están suficientemente empapados por el estilo de Payton como para justificar su grabación. Por desgracia esto no se pudo apreciar en el concierto. La Orquesta L’Instrumental de Gascogne sonó más bien pobre y Payton tuvo dificultades para conectar con el público parapetado tras su piano, porque incluso cuando tocaba la trompeta -instrumento que le lanzó a la fama- lo hacía sentado tras el teclado. Todo esto no impidió momentos de gran belleza porque la obra es magnífica y la versión de Payton también; pero lo cierto es que todo sonaba mejor cuando la orquesta se convertía en espectadora y Payton tocaba con su banda de bajo, trompete y batería (este último bastante discreto). El fraseo descarado de Payton cuando soplaba su trompeta, su habitual buen uso de la sordina y la recreación de temas como «Two» de su disco Numbers fueron los mejores momentos de un concierto que incluyó guiños a Porgy & Bess, una versión del «Stablemates» de Benny Golson y un bis en el que Payton arrancó a cantar un blues al más puro estilo de Nueva Orleans.
Tras este concierto fue el turno de otro gran conocido del festival. Esta fue, como el mismo recordó, su décima visita al certamen donostiarra. John Scofield es un virtuoso de la guitarra, cuya talento encandila a casi todo el mundo. A casi todo el mundo incluyéndose a el mismo. No es extraño que se pierda en solos onanistas en los que se recrea hasta la saciedad moviendo los dedos por el mástil en una sucesión de acrobáticos solos tan meritorios como duraderos. Sabiendo esto hay que dejarse llevar por su innegable calidad, el ritmo que otorga a sus canciones y los momentos de exquisita música que nos ofrece.
Sonaron ritmos funkies, reagges, souk, afrobeat y jugueteos con samplers gracias a la aportación del extraordinario guitarrista Avi Bortnick. Mucho más discreto que el líder de la formación, pero que encandiló a los que supieron mirar más allá del virtuosismo de Scofield. La noche terminó con un público entregado, en pie bailando y dando palmas mientras Scofield tocaba su ecologista «Endless Summer» y felicitaba al festival por su próximo cincuenta aniversario. Viene tanto por aquí que no nos extrañaría verle otra vez.