El cartel de aforo completo no se colgó ayer en el Teatro Lara de Madrid, donde Meshell Ndegeocello se metería en su papel tributo a Nina Simone. Aunque ese dato, una vez apagadas las luces no tendría ni la más mínima importancia. La bajista y vocalista de origen berlinés se plantó sobre las tablas, ataviada con unas gafas de sol ribeteadas de rosa chillón, lista para despuntar con su recreación de la más grande de las divas.
Para sorpresa de los allí presentes, inauguró el concierto con una versión extremadamente psicodélica de «Tomorrow Never Knows» de los Beatles. Según nos susurró Meshell, «porque es la canción más acorde a los tiempos que corren». Razones no le faltan. Sin distracciones, entró directa unos minutos más tarde con su nuevo álbum, Pour Une Âme Souveraine.
Con una locuacidad que se agradece, se arrancó con «Be My Husband», pero sin palmas, muestra de que no es su intención imitar a Nina con este homenaje, sino recrearse en sus interpretaciones. Llegó «Either Way I Lose», le salió del alma y se notó, la cantó a media voz, rozando casi el secreto y con mucho, mucho gusto.
La «Suzane» de Leonard Cohen no faltó a la cita, cuando se trata de tributos, ella nunca se pierde una. Esta vez no iba a ser menos, es una de las melodías favoritas de Meshell y parece no importarle en lo absoluto que sea «una cover de una cover», levantó varios «bravos» entre el público, fue bienvenida. Lo sublime se rozó allá por la mitad de la velada cuando entre las bromas de la bajista y las carcajadas del patio, «Turn Me On», «See Line Women» y «Four Women» hicieron su aparición, bellas donde las haya, desgarradoras y sublimes sobretodo.
Pese a que Pour Une Âme Souveraine es un disco en el que Ndegeocello aparece acompañada de amigos, entre los que se encuentran Valerie June, Toshi Reagon, o Tracy Wannomae, esta vez no le hicieron falta. Meshell con sus medias sonrisas y su holgada carrera supo por sí misma ganarse con creces a la platea, es lo que tiene desatar ese arrullo de voz.
Bien sabido es que este último trabajo no es el más representativo de la artista, pero a pesar de ello su directo no defrauda, un show sin redundancias ni edulcorantes, directo a más no poder, pero transmitiendo buen gusto en cada canción. Probablemente sea en parte gracias a la entrega con la que actuaron sus dos únicos soportes, Chris Bruce a la guitarra y Jebin Bruni en los teclados. No hay que olvidarse del bajo, de ese que se mece entre las manos de Meshell. ¡Qué bajo y qué destreza!
Su primera vez en Madrid, atraída por esos «Pequeños Grandes Momentos» del club 1906. Para entusiasmo del público mencionó que repetiría y dio por finalizada la noche con repertorio propio. «Oysters» de su álbum Weather apareció levantando un silencio casi sepulcral que presagiaba un impecable culmen del concierto.