El pianista Chano Domínguez volvía con fuerza al escenario de la Sala Clamores después de un pequeño accidente doméstico que le obligó a parar durante dos meses. Ahora siente que, incluso, lo necesitaba y le ha servido para mejorar aspectos técnicos. Inicia 2013 con la satisfacción de haber sido candidato en los Grammy por una grabación en la que rendía tributo a la música de Miles Davis. Sus próximos proyectos discográficos espera y desea que sigan apareciendo en Blue Note Records, sello histórico del mejor Jazz.
UMOmag.com: Mantiene un idilio especial con la Sala Clamores de Madrid, en la que ha actuado en numerosas ocasiones e incluso hasta tres noches consecutivas. ¿Qué sensaciones le transmite este pequeño templo del Jazz en la capital?
Chano Domínguez: Incluso más. A veces hemos hecho cuatro y cinco noches. Vengo aquí desde los años ochenta. Recuerdo muy bien las primeras veces que veníamos a tocar a Clamores y el local se llenaba hasta arriba de gente. Yo venía con mi piano eléctrico. Tocábamos por muy poco dinero, obviamente en ese momento no éramos nada conocidos. Todavía no servíamos como reclamo para el mundo del jazz y recuerdo muchas noches tocando standards, baladas y la gente jugando al parchís y al domino, se repartían juegos en el local. La cosa ha cambiado mucho. Lo que me gusta de este sitio, y me gusta incluso ahora más es que, realmente, después de 30 años este local ha sabido respetar cada vez más las músicas que propone y buscar el público especializado en ella. Sobre todo en esta última década que he venido a tocar a Clamores a piano solo, el público que ha acudido ya era un público totalmente entregado, que sabe a lo que viene, con un respeto absoluto hacia el músico que está tocando arriba… Hoy en día Clamores es una de las salas más agradables de España para venir a tocar música creativa, música improvisada.
UMOmag: Su música tiene una profunda raíz en España y el flamenco. A pesar de eso, ¿no tiene la sensación de que, a veces, se comprende mejor fuera de nuestro país?
CD: No cabe duda de que el reclamo que tiene la música que yo hago puede ser que se entienda muy bien fuera al jugar con melodías, con material de los standards americanos adaptados a mi manera de entenderlo con la mezcla de los ritmos del flamenco. La sensación que yo tenía cuando empezaba a salir de España a tocar mi música era de que la gente se sorprendía bastante, de la fuerza rítmica sin perder todo el discurso jazzístico y el lenguaje de esta música universal. Y eso sin duda pasaba más fuera que en España, sobre todo en el mundo sajón, y también en el latinoamericano porque al llegar con esos ritmos son muy bien entendidos. Es como hacer un «jazz en español» como digo yo.
UMOmag: Hay gente que habla de que los músicos de Jazz y las fusiones han salvado el flamenco. ¿Se alinea con esta teoría?
CD: El Flamenco es una música que, a lo largo de la historia, ha estado tocada por todos lados donde ha pasado. Cuando se empezó a llamar flamenco, que se hacía en Andalucía y por algunas familias, ya era una fusión. Recuerdo escuchar unos cantantes armenios que hacen como una especie de rueda entre ellos y van cantándose cosas, que para mí es como el principio del flamenco, de las tonás que no tienen tiempo, un compás y que son libres. El flamenco es una música que ha ido creciendo a través del tiempo y de las situaciones geográficas donde ha ido quedándose. Hace 20 años yo decía «es que el flamenco está en la adolescencia», y hoy en día creo que está adquiriendo una madurez más amplia en cuanto a que ha sido admitido por otros muchos entornos musicales de una forma «bien entendida» y esto no ocurría antes. El flamenco se ha abierto muchísimo y ha ganado mucho terreno, que me parece que debe de ser así porque el flamenco, junto con la música hindú, la de Brasil y la de África en algunos lugares, es de las expresiones populares más importantes que hay en el planeta.
UMOmag: Hace ahora casi un año se editó Flamenco Sketches, una grabación que en realidad se realizó ahora hace tres años. ¿Qué recuerdo tiene de aquellos días?
CD: Tocar la música de Miles (Davis) siempre es muy agradable porque te ofrece unos esquemas musicales y unas melodías más bien simples, para que desarrolles y crees tu propia música dentro de esas directrices. Entonces tocar esos temas de ese disco que tengo tan escuchado, y que había tocado tantas veces y con tantas formas diferentes a lo largo de los 35 años de carrera que llevo, era un gozada y un tirarte a la piscina porque sabías que tenías que decir y contar algo. Hacerlo allí en Nueva York además, y tener el apoyo de grandes músicos que vinieron esas noches a verlo y compartir con nosotros, fue maravilloso. De esa grabación tengo muy buen recuerdo.
UMOmag: En aquella ocasión utilizó a un bailaor como un instrumento más. ¿Cuál fue la reacción del público?
CD: El bailaor lo llevo utilizando desde principios de los 90, cuando creé mi primer trío, iba incluyendo el baile. Me parece que es un elemento igual de importante para el flamenco que el cante o el ritmo. El bailaor, en el flamenco, es como un percusionista alucinante. En esta ocasión venía Tomasito, que más que un bailaor es un «entretenedor», es mágico. Ese hombre tiene la capacidad de absorberte en un segundo, con un movimiento y con una mirada con la gracia que tiene. Fue muy divertido, mucho, hacerle bailar en los temas de Miles. Y estoy además muy agradecido a todos ellos, o sea a Tomasito, Blas Córdoba, Israel Suárez «El Piraña» y Mario Rosi, que fueron los músicos que estuvieron en esa grabación, por haber puesto toda su energía ahí porque hemos sido nominados al Grammy, y eso para mí ya es un premio y espero que para ellos también.