DÍA 3 (21/07/12)
El tercer día del festival discurrió entre el sosegado recital vocal de Bobby McFerrin y el musculado rock de aires celtas de los Waterboys, así de ecléctico puede ser el JAZZALDIA.
Bobby McFerrin es un viejo conocido de San Sebastián, así que el público que llenaba el aforo del Kursaal ya sabía que se iba a encontrar. Un cantante de técnica prodigiosa que utiliza su voz a modo de instrumento, retando, acompañando o imitando al saxo, el bajo, la batería o lo que se le ponga por delante. Mientras canta y tararea, Bobby se golpea el pecho para conseguir diferentes efectos sonoros. Algo realmente meritorio y ejecutado de una forma ejemplar, pero que al cabo de un rato se torna repetitivo. Tanto que incluso se agradece cuando decide cantar un par de temas de una manera más convencional, aunque en esa faceta no resulte tan brillante. En donde si brilla es en sus recursos más populistas, implicando al público e incluso dando paso a un espontáneo. Y no, no cantó «Don’t Worry Be Happy». Por cierto, el bajista de los Yellowjackets, más que solventes, era el hijo del mítico Jaco Pastorius.
Los Ninety Miles (noventa millas, la distancia entre Estados Unidos y Cuba) ofrecieron el primer recital realmente jazzístico de La Trini de esta edición. Jazz con ritmos cubanos pero sin llegar a ser latin-jazz. Una agradable sesión de esa mezcolanza de liderada por un músico de Nueva York, otro de Nueva Orleans, y otro de Puerto Rico embriagados por el sonido de Cuba.
Al Di Meola era la estrella de la noche, sin embargo, y a diferencia de Marc Ribot la noche anterior, se preocupó tanto de la técnica y de que el sonido fuera perfecto, que olvidó que es lo más importante en un concierto, es decir: transmitir. Se enfadó mucho con los técnicos de sonido, llegando a abandonar el escenario y pegar una patada a un monitor, y cuando volvió continuó gran parte del concierto quejándose y gesticulando de manera estentórea, quizá esto no facilitó ni su concentración ni la del público. Se agradeció cuando el pianista cubano Gonzalo Rubalcaba puso algo de serenidad y sentimiento a la noche. Al final del concierto, con un Di Meola más cómodo, ofrecieron sus mejores y más brillantes momentos.
Ya de noche, en el escenario de la playa, los Waterboys ofrecieron un musculoso concierto ante una playa absolutamente abarrotada (más de cuatro mil personas). Los irlandeses con muchas tablas tras casi tres décadas en los escenarios hicieron un repaso de sus temas más conocidos que llegó a su cúspide con «The Whole Of The Moon» y, cómo no, «Fisherman’s Blues». Mike Scott mantiene engrasada a su banda.
Y así, con rock de espíritu celta, y la nostalgia de los alegres años 80, se cerró el día que marcaba el ecuador del JAZZALDIA.