DÍA 1 (24/07/13)

El «Heineken Jazzaldia» cerró otra brillante edición, y ya van 48. Tiene mérito que en esta época, en la que tan difícil es cuadrar los presupuestos, este festival siga manteniendo una oferta notable tanto de pago como gratuita. Hay que agradecer la buena labor que está haciendo el equipo de la organización y el apoyo de los patrocinadores.

Empezó el Festival el miércoles por la tarde con una Jazz Band Ball. Tres escenarios ofreciendo conciertos simultaneos. Desde la mezcla de ritmos marroquíes y jazz de Gabacho Maroconnection, la relectura de músicas tradicionales de Igelaren Banda a la aterciopelada voz de Gregory Porter, que fue la opción escogida por quien esto escribe. Moviéndose entre el soul y el jazz con Nat King Cole en el recuerdo -sobre todo cuando interpretó «Quizás»- Porter ofreció gran concierto, demostrando porque está considerado como una de las grandes voces de jazz del momento. Temas como «Way to Harlem», «Liquid Spirits», «Work Song» o la apropiada para estos días convulsos «1960 What?» (trata sobre los disturbios raciales de aquel año) sonaron cálidas, llenas de matices y fueron muy aplaudidas por el público.

Pero el plato grande venía justo después, en la playa actuaba Jamie Cullum, viejo conocido del festival. Su propuesta fue acorde con el lugar y el momento. Un gran escenario, una multitud (50.000 personas según la organización) y un ambiente festivo. Cullum entendió la situación y ofreció un concierto muy pop, trufado de grandes éxitos y con su habitual contagioso entusiasmo. Hizo participar al público en los estribillos, brincó a lo largo y ancho del escenario, mantuvo la intensidad en todo momento y se metió al público en el bolsillo.

Después actuó la Shibusa Shirazu Orchestra que como hace tres años montaron un deslumbrante espectáculo que va más allá de lo musical. El eclecticismo de sus estilos se solapa y se funde de una manera indescriptible, sin apenas pausa, sin dejar de sorprender a un público fascinado y enganchado por lo que ve y escucha. Lástima que este cronista no pudiese disfrutar de todo el concierto.